8 OCTUBRE, 2020
Antes de continuar leyendo, permíteme comentarte que este artículo es la conclusión de una serie de artículos bajo el encabezado: “El Evangelio del Reino”. Si aún no leíste las entradas previas, te animo a entrar a los siguientes links: El Evangelio del Reino (1), Jesus, ¿es un dios que te necesita? (2), Jesús, ¿está profundamente enamorado de ti? (3), Jesús, ¿necesita tu permiso para ser tu Rey? (4), Jesús, ¿solo quiere salvar TU alma? (5), Jesús, ¿el Salvador del Mundo? (6)
Hace un tiempo leí una frase que describía una imagen de un hombre subiendo una escalera. Lo peculiar es que la escalera no llevaba a ningún lado, terminaba en una pared de ladrillos. La descripción decía “El hombre queriendo ir al cielo por su religión, moral y buenas obras”. En términos generales, la ilustración es adecuada y la declaración verdadera. También, hace unos días, un amigo me envió una página web, cuyo título era “¿Cómo ser salvo?”. Al leer la página me encontré con el mensaje del evangelio bien explicado, aunque establecía un sinónimo entre “ser salvo” e “ir al cielo”. Esa es mi principal objeción tanto a ese sitio web como a la frase que describía la imagen: ser salvo no es sinónimo de ir al cielo. Por lo tanto,el mensaje del evangelio NO ES “Jesús vino a darte un boleto al cielo, ¿quieres ir?”. Hacer de la salvación una cuestión meramente del “más allá” y “después de la muerte” jamás fue la intención de Dios revelada en Su Palabra. Es por esto que decidí comenzar esta serie de artículos sobre el evangelio del Reino, ya que la metanarrativa bíblica en la cual está enmarcado el evangelio es el Reino de Dios.
Evangelizar no es repartir tickets gratuitos para ir al cielo. El cielo no es una función de teatro libre y gratuita, y nosotros quienes repartimos las entradas. ¡El cielo es mucho más grande que eso! El cielo es la morada de Dios, el trono de Cristo. Además, ¡NO ES GRATIS! Dios pagó un gran precio, la sangre de Su único Hijo en la cruz del calvario. Si Jesús hubiera venido a este mundo solo para llevarte al cielo, tú y yo no estaríamos aquí en este momento. Si Jesús murió para que vayamos al cielo, ¿para qué estamos aquí? Dios debiera habernos arrebatado la primera vez que creímos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué si eres cristiano estás aún en la tierra? Alguno podría argumentar “para llevar más gente al cielo”. ¿De veras? ¿Ese es el fin de esta vida? ¿Qué de tu trabajo, esposa e hijos? ¿Es tu relación con ellos menos importante? ¿No es el propósito de la vida glorificar a Dios en todo?
La salvación tampoco es una póliza de seguro contra el infierno. Si usted no tiene una póliza de seguro para su automóvil, y tiene un accidente automovilístico o es detenido por la policía, usted está en un gran problema. Si así lo prefiere, puede arriesgarse a conducir su vehículo sin seguro, pero si lo detiene la policía o llega a tener un accidente, se encuentra en aprietos. Este razonamiento, aplicado al evangelio, funciona de la siguiente manera: “Puedo morir en cualquier momento, puedo encontrarme con Dios, necesito la salvación. ¿Qué es la salvación? Es un seguro contra el infierno. Si no lo tienes, y te mueres, Dios te enviará al lago de fuego. Es mejor tenerlo, por las dudas.” Este tipo de argumento coloca al hombre en el centro, como si todo se tratara de él mismo y cómo evitar un lugar escalofriante (el infierno) para ir a un lugar mejor (el cielo). Por supuesto, todo esto después de morir.
Por lo tanto, decidí dejar en claro a través de esta serie de artículos, que, si bien Jesús no nos necesita, ni está enamorado de nosotros, decidió amarnos por completo, y venir a este mundo, para ser el Salvador y Rey de todo lo que existe. Ese es el evangelio, la buena noticia de que Dios se ha acercado al hombre para restaurarlo, para reconciliarlo con Dios y darle una nueva vida; la buena noticia de que el mundo tiene un Rey y Mesías, en quien no sólo hay perdón sino también libertad y esperanza. Fíjese como comienza el libro de Juan: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:1,3,10,14) Estos versículos maravillosos del evangelio de Juan nos narran como el Dios Eterno se vistió de temporalidad, como el Creador visitó a Su creación, como el Todopoderoso se hizo hombre, y habitó entre nosotros. La pregunta clave aquí, seria: ¿Con qué propósito Jesús vino al mundo? ¿Solo para rescatar un par de “almas” y llevárselas al cielo? ¿O vino para salvar a toda la creación, incluyendo una gran multitud de hombres? Creo que ya hemos respondido a esta pregunta, y espero pueda meditar en esto a menudo. Lo dejo con una cita final de Kenneth Gentry, sobre la expansión del reino de Cristo:
“Su reino se expande, no a través de fuerzas revolucionarias, o sabiduría humana, o estrategia política, o conquista militar. Su reino viene a través del servicio obediente a Cristo mientras el evangelio es proclamado, pues es poder de Dios para salvación”
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