30 AGOSTO, 2020
Antes de continuar leyendo, permíteme comentarte que este artículo forma parte de una serie de artículos bajo el encabezado: “El Evangelio del Reino”. Si aún no leíste las entradas previas, te animo a entrar a los siguientes links: El Evangelio del Reino (1), Jesus, ¿es un dios que te necesita? (2), Jesús, ¿está profundamente enamorado de ti? (3), Jesús, ¿necesita tu permiso para ser tu Rey? (4), Jesús, ¿solo quiere salvar TU alma? (5)
Hay personas cuyo único propósito en la vida es hacer dinero. Pero esto hace creer a otros que el problema está en el dinero o en las riquezas, como si prosperar fuera un pecado en sí mismo. Dirán cosas como “deja de preocuparte por el dinero si a fin de cuentas no te vas a llevar nada”. El asunto con este tipo de postura es que parece trasladar la responsabilidad y culpa del sujeto hacia el objeto. Es decir, el problema no está en el avaro (el sujeto) sino en las riquezas (el objeto). Así, en lugar de señalar el pecado real de avaricia, que es cometido por el avaro, se ataca innecesariamente a las riquezas. Esto nos muestra que, a menudo, reaccionamos a posiciones extremistas yendo hacia el otro extremo. Creo que ese es el caso respecto a la salvación. Puesto que algunos cristianos piensan que otros cristianos son poco “espirituales” porque les preocupan asuntos de este “mundo” tales como la educación, la cultura o la política, dirán lo siguiente “la salvación es individual”, o “personal”, danto a entender que Dios sólo puede salvar individuos y que Él no está interesado en salvar naciones enteras ni mucho menos al “mundo”. Por lo tanto, no vale la pena ocuparse en asuntos “mundanos”.
En el artículo anterior dijimos que Dios no está solamente interesado en salvar tu “alma”, sino que Él quiere salvarte por completo. No debemos separar al hombre en partes y decir “esto sí, esto no”. Lo mismo sucede con la creación del Señor. No podemos separarla en partes y decir: “Dios quiere salvar personas, pero no está interesado en salvar naciones, ecosistemas, matemáticas, ciencias o cualquier otra cosa, Él está solo interesado en individuos pero no lo que estos individuos hacen o el entorno en el que existen y se desarrollan”. Decir esto sería despojar al ser humano de su identidad. ¿Qué es el hombre? ¿Acaso somos solo animales que vivimos para comer, dormir y reproducirnos? Incluso los animales se relacionan con otros animales, ¿Cómo entonces queremos aislar al hombre y decir “Dios solo quiere salvar TU vida”? ¿Qué es la vida? ¿En qué consiste vivir? El punto es que no podemos responder estas preguntas a menos que entendamos que el ser humano es un ser complejo y diverso cuya identidad no se encuentra meramente en sí mismo, sino en Dios y la relación que Él ha establecido entre el hombre y el resto de la creación.
Dios hizo al hombre a Su imagen y lo puso como mayordomo sobre toda la creación. Génesis 1:26 dice “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra”. Fíjese, Dios creó al hombre para que gobierne el mundo creado. Podríamos establecer una jerarquía de tres niveles: Dios – hombre – resto de la creación. Si bien Dios es superior al hombre, Él puso al resto de la creación bajo sus pies (Salmos 8:4-8). Según Salmos 24:1“Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan”. Todo lo que existe es, en última instancia, propiedad de Dios, incluso nosotros. Sin embargo, Él ha colocado al hombre (la raza humana) en el mundo, para que lo gobierne en Su nombre y para Su gloria. Esto significa que somos representantes del gobierno de Dios en la tierra.
Es precisamente a raíz de lo anteriormente dicho que el pecado es tan grave, porque consiste en rebelarse en contra del Creador y Dueño de todo lo que existe, queriendo ser autónomos e independientes de Dios. En consecuencia, cuando el hombre se rebeló, su rebeldía tuvo implicaciones sobre toda la creación. Génesis 3:17 dice que “la tierra fue maldita”, y Romanos 8:20 que “toda la creación fue sometida a vanidad.” La vanidad y la maldición han afectado todo lo creado. Lo mismo se dice del hombre y su existencia. Eclesiastés comienza diciendo en el versículo 2 del capítulo 1:“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad”, para luego afirmar en el 7:20 que “no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”. El hombre, su existencia y el mundo entero están sumidos en la oscuridad del pecado.
Pero, en este contexto, la luz del evangelio resplandece. Si el pecado lo afecto todo, la salvación de Cristo, ¿no ha también de afectarlo todo? 2 Corintios 5:18-19 dice “Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al MUNDO consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación.” Esa palabra traducida mundo es la palabra griega kosmos y significa literalmente “un sistema ordenado”. ¿Cuál es el sistema ordenado por excelencia? El universo, es decir, la creación del Señor. Por eso la cosmología es la rama de la astronomía que estudia el universo. ¿Qué vino a reconciliar Cristo consigo mismo? ¿Sólo personas? ¿O al kosmos? Por si aún tiene dudas, Colosenses 1:20 dice “y por medio de El [Cristo] reconciliar TODAS LAS COSAS consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de Él, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.” Este pasaje es muy interesante porque los versículos anteriores dejan en claro que Cristo no es solo el Salvador del kosmos, sino también el Creador y Sustentador de todas las cosas. “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” (Col.1:16-17) Por eso, Cristo es llamado en Juan “el Salvador del Mundo (kosmos)” (Juan 4:42; 1 Juan 4:14).
Y por si la evidencia bíblica le parece insuficiente, Romanos 8:19-21 añade: “Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.” Por eso, junto con Pedro podemos afirmar: “Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” (2 Pedro 3:13). Esos cielos nuevos y tierra nueva no son nuevos en el sentido de que la antigua creación es destruida para que Dios haga otra nueva, sino porque es una creación redimida, restaurada, renovada, donde no abunda el pecado, sino la justicia. Es nueva en el mismo sentido en que los cristianos son nuevos, porque Dios nos declara justos y comienza a obrar en nosotros para que vivamos vidas distintas.
Jesús no murió en la cruz solo para salvarte a ti como individuo sino para quitar la maldición del mundo y restaurar en el universo la paz con Dios. Lo que quiero decir con esto es que el mensaje del evangelio es más que perdón de mis pecados para yo salvarme y yo ir al cielo y yo ser redimido. El evangelio es la proclamación de la victoria de Cristo sobre la muerte, el pecado y el reino de las tinieblas. Cuando Adán desobedeció a Dios, el Señor maldijo al mundo por causa del hombre. La caída afecto a todo el universo. Pero Cristo, fue hecho maldición por nosotros según Gálatas 3:13 para quitar la maldición de este MUNDO. Adán, como representante de toda la raza humana y gobernante del mundo, trajo consecuencias sobre todo lo creado. Así también Cristo, superior a Adán, como representante de la nueva humanidad redimida (Su pueblo) ha reconciliado al mundo con Él y por ende este universo será libertado del pecado y la maldición completamente. A la luz, de esto, ¿sigues pensando que solo se trata de un puñado de gente o puedes ver que la obra de Dios es mucho más grande?
Puedes leer el siguiente y último artículo de la serie en el siguiente link: Mucho más que la entrada al cielo (7)
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