25 JULIO, 2020
Antes de continuar leyendo, permíteme comentarte que este artículo forma parte de una serie de artículos bajo el encabezado: “El Evangelio del Reino”. Si aún no leíste la introducción, te animo a entrar al siguiente link: El Evangelio del Reino (1).
En Furia de Titanes 2, cerca del inicio de la película, Perseo (un semi dios, hijo de Zeus) se encuentra con Poseidón, quien segundos antes de morir le encarga su tridente para dárselo a su hijo Agenor (otro semi dios). Quizás parezca una fábula del cine, pero, en la antigüedad, esta visión de lo divino era ampliamente abrazada. En otras palabras, la mitología griega admitía un concepto de dios sumamente humanizado: un dios que sangra, que tiene pasiones, que comete inmoralidades y que puede incluso llegar a morir. Aquellos dioses comúnmente tenían autoridad y poder sobre un aspecto del mundo en particular, ya sea la fertilidad, el vino o el mar. Sin embargo, dicho poder era relativo y limitado.
Esta visión pagana presuponía una gran semejanza entre lo humano y lo divino. A fin de cuentas, dios tiene necesidades al igual que nosotros. Otro aspecto predominante en la antigüedad era el politeísmo. Fíjese que no se tenía una fe exclusiva en un único dios, sino que se creía en múltiples dioses. Algunos más fuertes que otros, pero todos ellos limitados, dependientes y finitos. No admitían un único Dios inigualable, incomparable e incomprensible. Eran solo dioses hechos a su imagen y semejanza. De alguna manera, esta visión pagana se infiltro en el cristianismo. Y ahora, muchos creen que Jesús es un dios que nos necesita. Él es algo que necesitas añadir a tu vida para estar mejor. Él no es Aquel sin el cual todo lo demás pierde sentido. Él es solo un ídolo más en el cual puedes poner tu esperanza. Es más, a fin de cuentas, él necesita de ti tanto como tú necesitas de él. Esta visión no tiene nada que ver con el Jesús de las Escrituras.
En primer lugar, Jesús es Dios. Él no es meramente un hombre, un profeta o un personaje histórico que tuvo gran influencia en la cultura occidental. Él es ciertamente todo esto, pero es más que esto. Jesús le dijo a Tomás en Juan 14:6-7“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Si me hubieras conocido, también hubieras conocido a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto”. No obstante, Felipe replicó:“muéstranos al Padre y nos basta” (v.8). La respuesta del Señor fue impresionante: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?” (v.9) De igual manera, el principio del evangelio de Juan, declara que “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18). Negar esta verdad es negar las declaraciones explicitas de la Biblia.
En segundo lugar, como Jesús es Dios, Él no nos necesita, somos nosotros los que dependemos de Él completamente. Hechos 17:24-28 es un maravilloso pasaje de las Escrituras donde se narra la predicación de Pablo precisamente a un público griego en Atenas: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas; y de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de su habitación, para que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros; porque en El vivimos, nos movemos y existimos.” Este pasaje es sumamente profundo. Por un lado, nos muestra que Dios es distinto y único (Él es el Creador del universo) y por otro, que Él es cercano e indispensable (Él es el Sustentador de la creación). Él no solo le dió inicio a la existencia del mundo y del hombre, sino que también activamente sostiene todas las cosas. Colosenses 1:16-17 dice “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” ¿Quién es Aquel que mantiene el universo en orden y armonía? ¿Quién es Aquel que hizo los astros celestiales y los organismos unicelulares? ¿Quién es Aquel que creó los colosales monstruos marinos de la antigüedad y los pequeños caballitos de mar? ¿Quién hizo a los dinosaurios que una vez poblaron el mundo y las pequeñas abejas que reposan sobre las flores? Es el mismo que sostiene simultáneamente todo, sin el más mínimo esfuerzo: Jesucristo.
Cómo si fuera poco Hebreos 1:2-3 proclama: “En estos últimos días [Dios] nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder.” Su presencia es ineludible, Su majestad es incomparable, Su belleza es inigualable, Su poder es ilimitado, Dios es completa y absolutamente único. Al crearnos, no añadió nada a sí mismo, pues nada le faltaba. Él no nos necesitaba. La necesidad no lo motivo a crearnos. Tampoco a sostener nuestras vidas. Él lo hace por el puro afecto de Su voluntad, por Su benevolente amor y Su bendita gracia.
Por tanto, la próxima vez que intentes reflexionar sobre Dios, recuerda la clara enseñanza de las Escrituras: Dios no tiene necesidad alguna de nosotros. Afirmar lo contrario es rechazar al Dios de la Biblia. Fundamentar sobre ese supuesto es edificar sobre la arena. Quizás logres hacer un bonito edificio, pero sus cimientos son débiles y flojos, no permanecerán con el tiempo, pronto será un montón de ruinas. El evangelio comienza reconociendo el carácter único de Dios: Él es el Dios Creador que no nos necesita, pero que aun así decidió crearnos. Más aún, Él es Aquel que sostiene nuestras vidas y todas las cosas.
Puedes leer el siguiente artículo de la serie en el siguiente link: Jesús, ¿está profundamente enamorado de ti? (3)
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