3 MARZO, 2021
Amar es un verbo polísémico, es decir, posee varios significados. Esto da lugar a la confusión ya que si bien su uso es frecuente, la pregunta clave es ¿qué es amar? Mas precisamente, ¿qué es el amor? El hecho de que tanto el hablante como el oyente utilicen esta palabra no implica que ambos estén de acuerdo en su significado. Quizás, uno entiende por amar “tener sentimientos agradables hacia otra persona”; mientras que el otro cree que amar es “una cuestión de química”. Hoy día, no lidiamos con un concepto de amor, sino varios, y muchos de ellos no complementarios sino contradictorios, de manera que no todos pueden ser ciertos a la vez.
Lamentablemente, esta confusión no es solo característica de la sociedad posmoderna sino de la iglesia misma. Semana tras semana, miles de pastores exhortan a sus congregaciones a “amar a Dios” y “amar al prójimo”; sin embargo, ¿como luce esto en la práctica? ¿Cómo se supone que debo amar? ¿En qué consiste el amor? ¿Cómo se manifiesta? ¿Acaso el único acto de amor que deben hacer los creyentes es orar y predicar el evangelio a los incrédulos? ¿Cómo luce el amor en la familia? ¿Es amoroso golpear a su esposa? ¿Es amoroso abusar de sus hijos? ¿Qué de la iglesia? ¿Es amoroso que un pastor se enseñoree de su congregación? Si estas preguntas parecen ser controversiales, y sus respuestas desafiantes…o no, ¿qué del ambito civil? ¿Es amoroso aplicar la pena de muerte a un mentiroso? ¿Es amar a las víctimas de violacion dejar sin castigo a los perpetradores de semejante acto criminal? ¿Según qué estándar podemos condenar dicha acción como criminal y demandar un castigo? ¿Qué castigo es justo? Muchas de estas preguntas son abordadas en este breve libro de Joel McDurmon: “Los Límites del Amor: Una Introducción a la Ley de Dios de la Libertad”.
El Apostol Pablo nos habla del amor en Romanos 13:8-10, diciendo que “el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley”, y luego reitera ese punto afirmando que “el amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley”. ¿Por qué? “Porque esto: ‘No cometerás adulterio’, ‘no matarás’, ‘no hurtarás’, ‘no codiciarás’, y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Fíjese lo que enfatiza el autor: “el amor no hace mal al prójimo”. El amor es concreto, es manifiesto, es evidente. Amar es no codiciar, no matar, no hurtar, y en síntesis, obedecer cualquier otro mandamiento de Dios. El amor no es un sentimiento oculto en el corazón, tampoco es un deseo bonito por otro individuo. El amor se ve, porque el amor hace y NO hace. Por un lado, hace bien al prójimo, y por otro NO hace mal. Nuevamente la pregunta es: ¿Según qué estándar definimos el bien y el mal? ¿Qué es el bien y qué es el mal? Es por eso que debemos ir a la Ley de Dios según se revela en todas las Escrituras, aunque particularmente en el Pentateuco – los primeros cinco libros de la Biblia.
Varios creyentes modernos tienden a tener una actitud despectiva hacia la Ley de Dios, argumentando que “ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”. No obstante, ¿que significa eso? ¿Acaso significa que Dios ya no requiere obediencia a Sus mandamientos de nuestra parte? ¿Acaso implica que ahora que estamos en Cristo no debemos crecer en santificación? Otra vez, ¿como podemos santificarnos si no tenemos mandatos específicos y, a la vez, generales, para toda la vida? No podemos conformarnos a nuestros propios estándares y determinar nuestras propias reglas. Esto último sería autonomía – auto (yo mismo) y nomos (ley). Es decir, yo soy mi misma ley. En palabras vulgares sería “acá mando yo y hago lo que se me da la gana”. Las Escrituras llaman a esta teoría legal (de la ley) donde el hombre tiene un rol legislativo según su parecer rebeldía, y es la raíz del pecado humano. Lo opuesto a la autonomía es la teonomía – teo (Dios) y nomos (ley); es decir “la ley de Dios”. Según Pablo, “la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.” (Romanos 7:12). Si queremos saber qué es amar y cuáles son los límites del amor debemos ir a la Ley de Dios en busca de esas respuestas.
Probablemente, a esta altura, usted tenga muchas preguntas, y eso es bueno. Quizás piense, ¿significa que debemos guardar la Ley de Moisés? ¿Qué de las penas de muerte por blasfemia o violación del día de reposo? ¿Como determinamos la vigencia o nulidad de las leyes mosaicas? ¿Como resolvemos asuntos de continuidad versus discontinuidad? ¿Significa que amar es volver a la cacería de brujas bajo un Estado “cristiano”? Si este tema despertó su curiosidad, le invito a leer “Los Límites del Amor”.
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