4 AGOSTO, 2025
Supongamos que escribiera tres versiones de una historia. En todas las versiones, la primera mitad del libro anticipa la llegada del rey. Hay promesas sobre él y sobre lo glorioso que será su reino, sobre cómo su reino llenará la tierra de paz y bienestar, y sobre cómo todos sus enemigos terminarán cambiando de opinión y uniéndose a él o destruidos y hechos añicos.
Esa es la primera mitad. De allí en adelante, las versiones de la historia divergen y son bastantes diferentes.
En la primera versión, el rey llega y es entronizado como rey del mundo. Su reino empieza a avanzar desde un puñado de seguidores hasta una vasta multitud y entonces… todo se desmorona. Sus seguidores lo abandonan. Sus enemigos se hacen cada vez más fuertes. Su reino se encoge y se encoge, siendo cada vez más pequeño. Pero en el último momento, el rey ejerce su poder una vez más para rescatar a su pueblo, ponerlo a salvo y fuera de peligro para luego destruir a sus enemigos.
¿Sería esta una historia satisfactoria? ¿O tal vez le dejaría la sensación de que le falta algo, como si la segunda mitad no estuviera a la altura de las expectativas creadas en la primera?
Tal vez otra versión de la historia sería más satisfactoria. En esta segunda versión, la primera mitad es igual. Luego viene el rey y es entronizado. Ocurren cosas buenas y cosas malas. Durante un tiempo, el pueblo del rey parece progresar. Luego pierden todo el terreno que habían ganado. Durante un tiempo, los enemigos del rey parecen tener todo bajo control, pero luego las cosas cambian en cierta medida en alguna parte del mundo. El pueblo del rey sigue luchando. Y así sucesivamente, una y otra vez.
Un día, de repente, de la nada, el rey decide poner fin a esta situación y todo se acaba. Él toma a su pueblo y se va, y sus enemigos son destruidos. Tu suspiras feliz: “Qué buena historia”. O no. Tal vez digas: “Me han gustado algunas partes, pero… en realidad no había un argumento, ¿no es así?”
La primera mitad te daba una idea de la dirección, de por dónde iba a ir la historia, de que iba a haber una historia de hecho. Creaba expectativas. Daba esperanza. ¡El rey iba a venir y todo iba a cambiar! Pero luego, cuando llegó, todo fue un cúmulo de acontecimientos y no parecía haber una historia global. No parecía ir a ninguna parte. Alguien podría objetar: “Es que no has entendido. Había una trama. La trama era la siguiente: El rey se fue asegurando de reunir a todo su pueblo con él antes de que llegue el fin y él decida acabar con todo”, a lo que usted podría responder: “Ah ¿de eso se trataba la historia? Esa no es la impresión que me dio la primera mitad del libro”.
¿Aún no está satisfecho? Escuche entonces la tercera versión de la historia. La primera mitad nuevamente es la misma. Y entonces, por fin, llega el rey. Pero aún no es reconocido como rey. Incluso es rechazado por su propio pueblo y condenado a muerte. Sin embargo, luego resucita de entre los muertos y es entronizado. Este rey tiene poder incluso sobre la muerte. La amenaza y el temor de la muerte no podrá con este rey.
El reino empieza siendo pequeño, con un puñado de personas, pero empieza a crecer. Sus enemigos se convierten en leales ciudadanos del reino. Comienzan a surgir pequeños puestos de avanzada del reino, incluso en el corazón del territorio enemigo.
Durante gran parte de la historia, te das cuenta de que este pequeño reino – que en realidad es diminuto, como una pequeña semilla de mostaza arrojada a la tierra y enterrada, al igual que el propio rey lo estuvo una vez – podría desaparecer en tan solo un instante. Y, sin embargo, a pesar de la oposición, no desaparece. Los enemigos lo intentan, pero en lugar de que el pequeño reino sea destruido, sus poderosos enemigos son destruidos, ¡o incluso se convierten ellos mismos en seguidores del rey!
Parte de la acción de la historia es a gran escala. Hay batallas, batallas que acaban quizá con los enemigos del rey convertidos en ciudadanos de su reino a regañadientes. “Oh, sólo están fingiendo”, quizás dirás. Y tienes razón. Están fingiendo obediencia. Pero sus nietos no. Sus nietos aman al rey y le son leales.
También hay momentos en los que el enemigo lleva claramente la delantera y logra una evidente ventaja. A menudo, el rey parece desperdiciar las vidas de sus soldados, de la misma manera que un jugador de ajedrez sacrifica a sus peones. O incluso parece usar a sus soldados en tareas inútiles y sin sentido. O al menos, eso es lo que parece.
Un peón llega a territorio enemigo y empieza a anunciar que ahora todos deben someterse al rey… y entonces lo matan. Pero llega otro peón y trabaja durante diez años, aunque sin lograr que ninguna persona jure lealtad al rey. Al final de esos diez años, tiene éxito. Hay un nuevo ciudadano del reino. Uno. Un pequeño pero significativo progreso en la conquista de ese nuevo territorio.
A medida que avanza la historia, te das cuenta que la mayor parte de la acción se desarrolla detrás de escenas. El avance no está solo en las grandes cosas, las grandes batallas, los personajes principales y más notorios. Hay cientos de miles de personajes con un papel menos llamativo que hacen pequeñas cosas, como decirle al rey: “Por favor, ayúdame”. Y luego hay una gran batalla y centras tu atención en los guerreros y la victoria y te olvidas por completo de esa viuda que no paraba de pedir ayuda al rey. O de aquel pequeño bebé que nace siendo ciudadano del reino y todo el curso de la historia cambia.
A veces, esta tercera historia se parece a la segunda. Sucede esto y aquello. Hay altibajos. A menudo no parece haber ningún progreso, a menos que quizás se tenga una visión lo suficientemente profunda o amplia, y entonces el progreso puede verse.
Es como una de esas películas con veinte personajes diferentes y sus veinte historias distintas que parecen no tener relación alguna entre sí hasta que, a medida que sigues viendo, ves que esta historia se cruza con aquella en algún momento y por alguna razón y que esta otra se cruza con la otra y realmente están todas entrelazadas. Sólo que en esta historia, a diferencia de la película, no hay veinte personajes y veinte historias que en realidad sean una sola. Hay miles de millones de personas, todos conectados de algún modo entre sí y formando parte de la trama principal, la historia principal, solo que sus ramificaciones son muy amplias y profundas para verlas. Solo el rey conoce la extensión y alcance de su dominio.
Pero poco a poco, a medida que vas leyendo, las cosas empiezan a cambiar. A veces apenas se nota, pero el cambio es real. La vida de las personas cambia y empiezan a actuar como ciudadanos del reino. Una nación entera comienza a reflejar los ideales del rey y someterse a su ley en algunos aspectos.
Y entonces, justo cuando empiezas a pensar que estás llegando a alguna parte, que la historia va tomando forma, todo se pone de cabeza. Ahora se parece de nuevo a la primera versión de la historia, cada vez más oscura, con derrota tras derrota… Pero no parpadees, no quites tu atención o te lo perderás. Algo bueno se está gestando bajo la superficie.
De hecho, esta historia es como una serie de victorias hábilmente disfrazadas de derrotas. Al principio parece que el enemigo está muy bien organizado, y los ciudadanos del rey – por otra parte – parecen moverse de forma caótica y sin sentido. Pero entonces vislumbras la verdad. Los soldados enemigos marchan firmes y luchan bien, pero están locos. Es como si hubieran sido golpeados en la cabeza. ¿Y ese patrón caótico del reino? Aunque todos los ciudadanos del reino cojeen, lo suyo es una danza bien elaborada, una marcha hacia la victoria. Y cuando llegas al final de la historia, ves un reino que realmente refleja el carácter, la majestad y la gloria del rey; y llena la tierra de paz y bienestar. Y dices: “Por fin lo veo. Esto es lo que esperaba que ocurriera cuando leí la primera mitad de la historia. Todo en la historia iba en esa dirección”.
Y al igual que la escena del último salto en una película de terror, lo mismo ocurre aquí. El rey, victorioso, deja salir al jefe de las fuerzas enemigas, quien ha estado atado todo este tiempo. Sus enemigos hacen un último intento desesperado de derrocar al rey y a todo su pueblo, pero el rey se ríe y los destruye, y luego exalta a su pueblo a una gloria aún mayor.
¿Cuál de estas tres es una historia satisfactoria, una historia que te atraparía y te mantendría al borde de tu asiento hasta llegar al final, cuando entonces dirías: “Oh, ha sido una buena historia”?
Una de estas tres es la historia de la historia, desde Génesis 1 hasta el
final, cuando Cristo regrese. ¿Cuál de ellas es?
Publicado originalmente en Inglés en Theopolis como What Kind of Story Is History?
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